domingo, 16 de noviembre de 2014

el cristo de los faroles













el respaldo de lo que no funciona

Dios es bueno en tanto la mujer responda
Quédate esta noche a desayunar
Me permito exclamar oh tu entrepierna en voz baja
Quiero vivir en América
Qué coño en América del Sur,
He visto demasiadas tierras
Todas caben en tu axila
Salgamos de la habitación por la puerta de urgencia
Compremos un buen periódico clara utopía
Y saludemos a la juventud desde los cincuenta y siete años
Como diecisiete como veintiuno como tu vientre de malvavisco


Blas de Otero







nada es tan normal cuando en el medio de un saqueo de ojos y de flores
una mariposa alondra la ves volando a merced de un brazo que es rodilla
que es también su polvo y cautiverio
su categórica morada/ presente y me voy desnuda

y esa maldita costumbre/ de morderte la cola cuando le das al volumen a esa canción que tanto te alucina/ pero que le aplicas una horrenda sonajera de tarros/ y mi hipocondríaca labor de sables y letreros

de la maleza gloriosa en que te inventas camuflaje

de papeles blancos —la cabaña—
sindicato de palabras arrogantes
en el hocico abierto del poema/ le das un power de pulmones al satánico aparato/ y entonces (blanca) apareces debajo de las palmeras y los caquis
preguntándole cositas a la niebla
y a la vulva dental de la buena suerte
          que es mi peor fertilidad

no sé cómo te llamas
pero conozco el nombre de tu hijo

                             y yo me perdí en los pastizales 

bajarse en una estación del metro de Santiago/ que también puede ser cualquiera en Portugal
o del borde hambriento de un catre amarillo-violeta-rosáceo-pelo
que te muerde el muslo te lo rompe
y esos libros de ediciones preciosas
que ya no se encuentran en ninguna parte

y bajarse de nuevo/ una y mil veces desde todos los vagones
hastiados igual que el equilibrio estando ebrio
mira que se nos pasaron los años
bajándonos como locos/ y jamás tocando el precipicio

que yo sólo estoy aquí
para decepcionarte 
y regarte las plantas cuando no volviste a casa

en mis zapatos  alguien no se hizo cargo de las piedras
digo, cuando los chicos hacían fila en las parroquias
realizando su primera comunión/ igual que monitos con un arma
               yo te compro tu Diógenes
               pero tú me envuelves 
               la rabia vacía 

algunos toleran la herida/ como heroicos gladiadores que les importa una raja ir sangrando por su peor sendero/ van moqueando su propia civilización/ su tierna y privada luna hereje/ ven pasar los calendarios como gafas o tentáculos/ o camisas plateadas
que se rompen
se rompen y se rompen y se vuelven a romper

al rato
           más tarde
                          mucho más tarde
                                                       así bien tarde
                                                                               puta madre que yo caigo temprano!
apostamos a mastines vagabundos (los que se mueren cómplices y mudos en el medio de la noche)/ y como vemos que aquí no hay más que telarañas/ nos desperezamos/ nos subimos el cuello de las parkas (no, no es humito eso que sale por las bocas/ tampoco vapor/ desordénala/pavor)/ enfundamos un tremendo recital de porquerías/ ya los mastines mutaron en hueso/ en cigarrillo/ mutaron en violento amanecer
aceleramos el paso/ alguien quizás nadie/ nos persigue y es una labor de sombras y amuletos/ la habilidad de nadar en el acoso/ la presencia que alguien viene detrás de ti/ la paranoia/ el acecho/ y ese alguien que nos acorta el paso/ nos va alcanzar/ y nos va joder la vida

empezamos a correr/ corremos cada vez más rápido/ el galope y si me apuras un poco casi te digo que ya no me seducen las cornisas/ con una mano sujetamos el tiempo/ con la otra la desesperación/ y con las otras dos/ las libres/ las que se envolvieron de jazmines
antes del colapso de la primavera
nos ponemos a trepar el sauce
o el nogal/ o la raíz
de un barco que si se hunde
y yo qué sé/ has visto alguna vez correrse a un niño desnutrido?

yo sí
y es repugnante

te hablaría por años
te hablaría también de crucigramas/ de reproches
de plazas de toros muertos de escarcha
de la sociología abstracta del asombro y la chatarra
de abogados con sida/ de gatos
de hombres y mujeres perdidos y temblando de miedo en un laboratorio
del alarido inmoral de un trago de whisky a las 10 de la mañana

pero no

no te hablaré de eso

sólo llámame Ninoska
y déjame prendida y manoseada
agonizando hermosa arriba de las adoquines 

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