domingo, 21 de septiembre de 2014

LA GALERÍA DE LOS NOMBRES



















la galería de los nombres


 
 
 






ponte en cuclillas

ya estaremos
en la galería de los nombres
espera

cierra la puerta
amordaza la cerradura
con el vello impostor
de esas noches de luna plena
en que traficabas a través del soplo
una canción que era excelsa dinamita

ponte fetal
ahí donde los sauces
solían parir en galerías/ esos nombres
como los pastos/ como la infamia de la planta 7
o como un jersey amarillo
creciendo girasol en el tamaño de la huida
                                                                          y volver

la escalera que gobierna
el tiempo

alterna gradas y musgo
asciende hasta la cruz/ hasta la herida
    el regreso es salvaje
    porque sorprende menos
    la verdad

como cuando de pequeños íbamos a la playa
en el blanco Peugeot nuevo de papá
felices por la carretera
cantando acelera chófer acelera/ acelera señor conductor
y veíamos pasar los árboles/ los postes de alumbrado público
todo veloz y todo en contra
no nos perturbaba en absoluto el sonido del mundo
jugábamos a quién lograba contar más casitas azules
repartidas arcoíris a los pies de las verdes praderas
hasta que entrábamos en algún túnel
siempre hay túneles en las carreteras/ en la vida
entonces nos dábamos cuenta
que de pronto
y sin mediar aviso ni consuelo y la reputa madre
éramos más viejos que nuestros viejos
más abuelos que lo anciano que se rompe de rabia contra los ventanales
se nos trababan los ojos/ se nos ponía la paz convulsa
viendo que nuestras manos se arrugaban de una manera escalofriante/ se morían
que las uñas eran espadas altas y filosas
la traición de las higueras/ el mal sueño
todo era abismo y corrosión
una conducta atarantada y peligrosa
un arrebato de hombres fuertes
rompiendo el sigilo de las mantas
el coche se ampliaba/ se hacía enorme/ helado/ se volvía helado
infernalmente helado
y a nuestros padres les cambiaba la voz
les cambiaba por una más ronca/ más profunda
más seria/ los fantasmas

también les cambiaba la mirada

pupilas descomunales
como camiones detenidos bajo la niebla

se quedaban callados por varios kilómetros
y cuando abrían la boca
era sólo para discutir
siempre era uno el que amenazaba más fuerte al otro
a  nosotros se nos quitaban las ganas de cantar/ dejábamos de cantar/ ODIÁBAMOS CANTAR
de contabilizar casitas de colores
y de memorizar las matrículas de los coches
que papá iba adelantando en el camino
porque el viejo conducía demasiado rápido
y tú y yo queríamos estar en otro lado
queríamos salir del puto coche
abrir la puerta pese a los 150 Km x H del Peugeot blanco
saltar hacia la berma/ caer y levantarnos y salir corriendo
escapar hacia el fruto incandescente de la libertad
esa que nos devolvería el reposo y el amparo
mucho más allá de los 30 años
cuando nos pusimos a recordar esos viajes
y esas playas
que desaparecieron inocentes bajo el insulto del mar

luego ese mismo musgo
que asciende hasta la cruz
se rodea de lápidas y circos/ de chatarra
entonces no sé el porqué pienso en Bolaño
cuando entró a ese hospital de Cataluña
ignorando el pobre que no iba a salir jamás vivo de allí
y Carmen admirando la valentía de su hombre
lo empujaba en la silla de ruedas
por los pasillos embaldosados del flamante Valle de Hebrón

la cruz
ahora con más musgo que nunca
tanto que la madera
ha mutado en algas
en muchas algas
en un mar de algas
en un océano furioso e infinito de algas
en un universo ficticio y arrogante de algas

y te temblaron las piernas
cuando dudaste de mí

la galería

enfrente hay una galería
repleta de nombres
hay señoras limpiando la arena
¿te ha tocado alguna vez barrer  la arena?

yo lo he hecho

también molinos

si no me das la mano para llegar a esa galería yo saltaré solo porque sé que podré caer en el medio de las lozas y hay estatuas

y no diré nunca más viento

diré aves

miles de aves volando por los tejados/ tienen un furor de eléctricos colores/ cientos de trinos diferentes y exquisitos
el idioma angelical de las jaulas
que algún día la mano dejó abiertas

es ahí cuando
hay que sentarse en el mármol
para no estropearse la vida
en un poema
   que la ternura muerde
   despacio
   pero deja marcas

y arranca el pedazo

ha pasado la crisis/ he superado una vez más la crisis/ necesito una medalla de oro para clavármela en el pezón izquierdo/ no que me canten una canción menos me palmoteen la espalda/ sólo una medalla de vino rojo/ en la tetilla

y cuando las crisis pasan
también pasan las algas
los musgos
y las cruces

te levantas ufano en la memoria/ enciendes un Pall Mall mentolado/ la calada es maravillosa/ haces circulitos con el humo/ y metes el dedo índice dentro de uno/ circulitos como argollas/ o postales repletas de raíces

si hasta te ves más joven

recuerdas los viajes a la playa con tus padres en el coche nuevo/ amabas los túneles/ jamás tuviste ganas de saltar hacia las bermas
y el poema que vendría con los años
te salvaría la vida
una y tantas veces como bosques hay en Rumania
aunque lloraras

dejas dejo
la galería y las cruces sin algas y sin musgo
y ya plantado en medio de la calle
eliges entre coger el metro o un autobús
pero prefieres caminar

hay muchas casas
que se están cayendo en todas las avenidas del mundo
es urgente pasar por sus jardines
para maldecirlas por última vez

y se te pone justo una muralla
entre las piernas

sacas el boli que guardas
en el bolsillo trasero de tus jeans parchados
y escribes sobre los ladrillos
aquel diálogo que se produjo una noche lluviosa de junio
entre las calles polvorientas de San Pedro de Atacama

          - no juegues con fuego, te puedes quemar
          - y una mierda, es el fuego quien jugó conmigo




















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